Faustino y Jovita [nombre masculino], que eran hermanos, habían nacido en Brescia, de noble cuna. Las «Actas» de estos mártires son de autoridad dudosa, de suerte que lo único cierto son sus nombres y el hecho de su martirio. Según la tradición de Brescia, ambos santos predicaron valientemente el cristianismo, en tanto que el obispo de la ciudad se había escondido por temor. Su celo excitó la furia de los paganos. Un poderoso señor pagano, llamado Julián, les aprehendió. Los mártires fueron torturados y enviados a Milán. Roma y Nápoles, de donde volvieron finalmente a Brescia. Citaremos un hecho para ilustrar el carácter extravagante de estas novelas hagiográficas: Se cuenta que durante el viaje de Roma a Nápoles, los santos bautizaron a 191,128 personas; 42,118 en Lubras, 22,600 en el Puente Milvio, 73,200 en Roma y 53,210 en Nápoles. En vista de que ni las torturas ni las amenazas consiguieron doblegar su constancia, el emperador Adriano, que se hallaba de paso en Brescia, ordenó que fuesen decapitados. La ciudad de Brescia les venera como sus principales patronos y pretende poseer sus reliquias.
El P. Fedele Savio, en Analecta Bollandiana, vol. XV (1896) y otras publicaciones, realizó un profundo estudio del texto más completo de las "actas" de estos mártires y de sus relaciones con Calocero, Calimero, Afra, etc. Sería inútil tratar de resumir aquí sus conclusiones. Existen serias dificultades sobre la realidad histórica de Faustino y Jovita, así como sobre su martirio en Brescia, pero probablemente sería apresurado suprimirlos del calendario. Como lo hizo notar F. Lanzoni en su ensayo sobre Le origini delle diecesi antiche d´Italia (1923), pp. 532-533, los dos escritores más antiguos de Brescia, Filastrio y Gaudencio, no hablan de los patronos locales, a pesar de que por lo menos Gaudencio era un gran predicador y profesaba gran devoción a toda especie de reliquias. El Hieranymianum mencionaba los nombres de los mártires, pero situaba su martirio no en Brescia, sino en Inglaterra; CMH., p. 99. Sin embargo, San Gregorio menciona en sus Diálogos un santuario de San Faustino en Brescia y, en la lista episcopal de dicha ciudad, el sexto obispo lleva el nombre de Faustino. Todo esto parece demostrar que el culto del mártir es muy antiguo.