Entre los numerosos extranjeros que vivían en Milán durante el reinado de Teodosio el Grande, se contaban tres capadocios: Sisinio y los hermanos Martirio y Alejandro. San Ambrosio les profesaba tal estima, que los recomendó a san Vigilio, obispo de Trento, quien tenía gran necesidad de misioneros. Sisinio recibió el diaconado y Martirio el lectorado. San Vigilio confió a los tres misioneros la evangelización de los Alpes tiroleses, donde el cristianismo había hecho muy pocos progresos. El campo de sus labores fue el valle de Anaunia (Val di Non), donde, a pesar de la oposición y los malos tratos de que fueron objeto, ganaron numerosas almas. Sisinio construyó una iglesia en el pueblecito de Methon o Medol y en ella completó la instrucción de los neófitos. Los paganos, furiosos al ver el éxito de los misioneros, resolvieron obligar a los cristianos recientemente bautizados a participar en una de sus celebraciones. Sisinio y sus compañeros se opusieron a ello; los paganos los atacaron en la iglesia y los golpearon tan ferozmente, que Sisinio murió a las pocas horas. Martirio consiguió esconderse en un huerto, pero los paganos le descubrieron al día siguiente y le arrastraron sobre las piedras hasta que murió. También Alejandro cayó en manos de los paganos, quienes intentaron hacerle abjurar de la fe, mientras quemaban los cuerpos de sus compañeros. Como todos sus esfuerzos resultasen inútiles, le arrojaron en la misma hoguera. Los fieles recogieron las cenizas de los mártires y las llevaron a Trento. San Vigilio erigió más tarde una iglesia en el sitio en que los mártires habían perecido.
En Acta Sanctorum, mayo, vol. VII, pueden verse las actas de Sisinio. Se trata de un documento de muy reducido valor histórico; pero el hecho del martirio de estos santos está fuera de duda, pues se conservan las cartas de san Vigilio al obispo de Milán y a san Juan Crisóstomo. También san Agustín y san Máximo de Turín hablan de estos mártires. N.ETF: aunque no lo menciona el Butler, el elogio del Martiorologio dice que Alejandro era ostiario, es decir, portero de la iglesia, oficio que durante siglos (hasta 1972) fue una de las órdenes menores.
Imagen: relicario con las cenizas de Sisino y compañeros.