En italiano, el término "zotico" (como en castellano "zote") identifica a una persona grosera, de modales rudos e incivilizado, pero en la época del Imperio Romano, era un popular nombre de persona, prueba de que no tenía el significado actual, adquirido con posterioridad. Llevan ese nombre unos diez santos (no todos en el Martirologio Romano), mártires de la era de las grandes persecuciones.
Los que celebramos hoy carecen de indicaciones precisas. Fueron martirizados en Roma, entre los siglos II y IV, probablemente bajo el emperador Diocleciano, que emitió el decreto de persecución en el año 303, y fueron enterrados en la Via Labicana. Quiénes fueron realmente, no se sabe, no hay sobre ellos ninguna "Passio", aunque desde el siglo VIII, se los considera simples fieles. Un error de traducción de la noticia del Martirologio Jeronimiano había hecho creer, erróneamente, que eran soldados (milites), pues la indicación dice: «Via Labicana mil. X hirene», donde «mil.» Debe entenderse como abreviatura para «miliario», mojón de marcación de distancia, es decir que sus cuerpos fueron enterrados a la altura del décimo miliario de la Via Labicana.
Ahora bien, los detalles de dónde fueron enterrados, son diferentes en los distintos martirologios y códices. Algunas fuentes hablan de cuatro mártires: Zotico, Ireneo, Jacinto y Amancio; pero otros los separan en grupos. El Martirologio actual celebra hoy a Zótico y Amancio, mientras que a Jacinto el 4 de agosto; el Ireneo de este grupo, que figuraba en el Martirologio Romano anterior, ha sido retirado del catálogo (por supuesto, hay otros Ireneos, pero ninguno es el mártir que integraba este grupo). La nueva distribución del grupo se debe a que los estudios más recientes han concluido que los mártires fueron enterrados en dos cementerios distintos ubicados en la misma Via Labicana, Zotico y Amancio en el décimo miliario, Jacinto, posiblemente en el XIV miliario. De los dos cementerios no queda nada, excepto algunas ruinas del X miliario, pero el Papa León III (795-816), hizo tareas de restauración en este cementerio, señal de que en el siglo IX la veneración de los fieles locales a estos mártires, aún estaba viva. Su sucesor, el papa Pascual I (817-824) -se ignora los motivos- llevó sus cuerpos desde los cementerios de la Via Labicana a la renovada Santa Práxedes, en Roma.
A san Zótico mártir se lo representa en una imagen que ha sobrevivido, con el nombre identificativo, en el ábside de la iglesia de Santa María en Pallara, en Roma, y es presentado como un hombre de mediana edad y aspecto devoto. La imagen fue parte de un interesante ciclo de frescos del siglo X, consta de 14 episodios referidos a la prisión y el martirio de Zótico y sus compañeros. Los originales fueron destruidos, pero se conserva una copia en un códice vaticano.
Basado, aunque con cambios para adaptarlo al Nuevo martirologio, en un artículo de Antonio Borrelli.