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Beata Catalina, virgen y reclusa

Catalina Cosie nació en Montenegro, en 1493. Sus padres eran ortodoxos disidentes. La niña pasó sus primeros años cuidando el ganado. Más tarde, sus padres le permitieron entrar al servicio de una señora católica de Cattaro, de la que se hizo querer mucho. Siete años después, se retiró a vivir como anacoreta, primero en una celda contigua a la iglesia de San Bartolomé y después en otra, contigua a la iglesia de San Pablo. Al hacerse terciaria de Santo Domingo, tomó el nombre de Hosanna en honor de la beata Hosanna Andreasi, que había muerto poco antes, en 1505.

Las jóvenes y las matronas acudían a visitarla para pedirle consejo y dirección. A sus oraciones se debe, según se cree piadosamente, que la ciudad no haya caído en manos de los turcos y otros invasores. La beata sufrió mucho, tanto por los ataques del diablo, como por las calumnias que se levantaron contra ella. Dios la colmó de dones sobrenaturales, como el de profecía. Después de una dolorosa enfermedad que duró dos meses y que la beata sobrellevó con ejemplar paciencia, fue a recibir el premio celestial el 27 de abril de 1565. Su culto fue confirmado en 1927.

Hemos tomado los datos de nuestro artículo del decreto de Acta Apostolicae Sedis, vol. XX (1928), pp. 39-42, Dicho decreto se basa en el testimonio de los autores antiguos. El principal de ellos es el P. Bazzi (1589), lo mismo que el P. Cerva (1738). Ambos autores dan testimonio de la santidad de vida de la beata y de la veneración que el pueblo empezó a profesarle desde su muerte.