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Beata Gerardesca, reclusa

Nacida en Pisa hacia el año 1212 en el seno de una familia acomodada, no deseaba contraer matrimonio sino dedicar a Dios su virginidad, pero obedeció la voluntad paterna y contrajo matrimonio con Alferio di Bandino, con el que no tuvo hijos. El matrimonio no funcionó bien al principio, pero ella con su bondad atrajo al marido a su propia religiosidad y decidieron ambos consagrarse al Señor. El marido ingresó en el monasterio camaldulense de San Sabino, y ella hizo edificar una celda adosada al mismo donde, tomado el hábito de oblata camaldulense, vivió en santo retiro y oración.

No todos los monjes estuvieron de acuerdo con la presencia de aquella mujer junto al monasterio y algunas denuncias contra ella prosperaron, de modo que el prior general de la Orden le retiró la comunión. Pero su confesor insistió en que era un alma de Dios, pudieron deshacerse los equívocos y ella quedó en su celda el resto de su vida. Tenía experiencias místicas y se le atribuyeron milagros. Murió el 27 de mayo de 1269, según parece, y fue sepultada en la iglesia del monasterio. Su culto fue confirmado por Pío IX el 29 de mayo de 1856.