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Beato Cristóbal Wharton, mártir

Nació en Middleton, Yorkshire, antes de 1546. Era el segundo hijo de una familia muy acomodada; su hermano, Tomás, fue el primer Lord Wharton. Fue educado en el Trinity College, de Oxford, y recibió allí el Master of Arts en 1564, aunque no estaba conforme con la nueva religión, y prefirió abrazar el catolicismo, por lo que en 1583 se trasladó a Reims al Colegio Inglés.

Fue allí ordenado sacerdote por el Card. De Guise en 1584, pero aun no marchó a la misión inglesa, sino que continuó estudiando. Recién en 1586 se incorpora a la misión, junto con el beato Edward Burden. No se sabe demasiado de su actuación como misionero, excepto las notas del Dr. Worthington, que hablan de él en términos muy elogiosos, «dotado de humildad, ferviente caridad y otras grandes virtudes.»

En 1599 se encontraba celebrando la misa en casa de la viuda Eleanor Hunt, y fue arrestado junto con ella y confinado en el castillo de York. Allí, junto a otros prisioneros católicos fue forzado a oír las predicaciones protestantes, y en la Cuaresma de 1600 fue llevado a juicio junto con al Sra. JHunt, y condenado a muerte por alta traición, mientras que la viuda lo fue por delito grave. Los dos rehusaron la vida y la libertad que se les ofrecían si suscribían la supremacía espiritual de la Reina. El beato soportó el martirio con gran paciencia, mientras que a la viuda se le concedió permanecer en prisión hasta la muerte. 

Un problema especial plantea una respuesta que dio el beato durante el juicio: se le acusó de ordenarse ilegalmente en el extranjero, pero él contestó que era ya sacerdote antes de que estuviera prohibido serlo. Puesto que el estatuto de la Reina es de 1559, los jueces no aceptaron esa explicación, ya que era demasiado joven para ser ya sacerdote en aquel momento, e incluso un juez que lo conocía de sus tiempos de Oxford declaró que él lo vio años después del estatuto, y no era sacerdote. Efectivamente, sabemos que fue sacerdote en 1584, por lo que es difícil saber qué argumento quiso realmente establecer el beato, de lo que no hay hasta hoy ninguna explicación satisfactoria.

Ver Challoner, Memoirs of Missionary Priests, I, pág. 216-17, y sus fuentes.