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Beato Gandulfo de Binasco Sacchi, religioso presbítero

Gandolfo nació entre finales del siglo XII y principios del XIII en la provincia de Milán, diócesis de Pavia. Fue educado cristianamente por sus padres, iniciado por su padre en la literatura y en la doctrina cristiana. Fascinado por el ejemplo de la vida y de la regla evangélica de san Francisco, su contemporáneo, con heroica generosidad dejó el mundo, distribuyó entre los pobres sus riquezas y pidió ser admitido en la Orden de los Hermanos Menores. Como auténtico seguidor del seráfico Pobrecillo, se dedicó al estudio, a la oración y a la penitencia. Sacerdote de Cristo, dedicó toda su vida al bien de las almas en el ministerio de la predicación y la evangelización. Con los pies descalzos y el crucifijo en la mano, al cual llamaba su arma, predicó en las más grandes ciudades de Italia, con palabra simple y ardiente; las conversiones fueron numerosísimas. Lunes, miércoles y viernes ayunaba a pan y agua. Observaba rigurosamente tres cuaresmas al año, la de Pascua, la de Navidad y la llamada de los «Benditos», que comenzaba con la Epifanía y duraba cuarenta días, su vestido era una áspera túnica que le cubría su macilento cuerpo, mortificado con el cilicio.

Estaba íntimamente convencido de que el apostolado de la palabra sólo tiene eficacia para llevar las almas a Cristo y expiar y reparar los pecados de la humanidad cuando va acompañado de la oración y la penitencia. Después de muchas peregrinaciones apostólicas llegó a Sicilia donde transcurrió la última parte de su vida penitente.

En un eremitorio solitario cerca de Polizzi Generosa, a 98 kilómetros de Palermo, se retiró para entregarse con más libertad a una vida enteramente celestial, y recrear su espíritu en la meditación del paraíso. Fray Pascual, hombre virtuoso, fue su compañero de oración y soledad.

Varias veces Gandolfo dejó el eremitorio para ir a la evangelización. En 1260 fue invitado a predicar la cuaresma en Polizzi Generosa. Fue una predicación que produjo grandes frutos. Sólo la interrumpió para visitar y asistir antes de la muerte a su fiel seguidor fray Pascual que había permanecido en el eremitorio. El miércoles santo, mientras predicaba, fue interrumpido por el ruido de una imprevista bandada de golondrinas que entraron en el templo. En el nombre del Señor les impuso silencio y ellas callaron. El sábado santo el beato anunció al pueblo de Polizzi que ya no lo volverían a oír predicar. En efecto, aquel mismo día se sintió mal, recibió el viático y la unción de los enfermos. Luego tomó entre sus manos el crucifijo, lo besó repetidamente con profundos gemidos, y expiró serenamente. Era el 3 de abril de 1260. Glorioso en prodigios, León XIII aprobó su culto el 10 de marzo de 1881.