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Beato Juan de Vercelli, religioso presbítero

Juan nació en Vercelli alrededor del año 1205. Cuando la historia habla de él por primera vez, tenía ya cuarenta años y era prior de los dominicos de Vercelli. Tras haber dado pruebas de su fuerza de carácter y habilidades en varios cargos y misiones, fue elegido como sexto maestro general de la Orden de Predicadores, en 1264. Durante diecinueve años, desempeñó ese oficio en forma muy distinguida. Juan era de estatura más bien baja (en su primera carta a sus hermanos se llama a sí mismo «pobre hombrecillo») y de rostro tan alegre que, según se dice, exigía que su ayudante fuese siempre un fraile de aspecto severo e imponente. Pero su energía suplía con creces su baja estatura. En efecto, visitó y reformó incansablemente los conventos de su Orden en toda Europa, sin dispensarse jamás durante sus viajes de los ayunos eclesiásticos y de los de su Orden. Gregorio X, poco después de su elección al pontificado, confió a Juan de Vercelli y a los dominicos la tarea de hacer la paz entre los estados italianos. Tres años más tarde, el Papa pidió al beato que redactase un «esquema» para el segundo Concilio Ecuménico de Lyon. En el Concilio conoció el beato Juan a Jerónimo de Ascoli (más tarde papa con el nombre de Nicolás IV), quien había sucedido a san Buenaventura en el cargo de general de los franciscanos. Ambos escribieron juntos una carta a sus súbditos. Más tarde, la Santa Sede los envió como mediadores entre Felipe III de Francia y Alfonso X de Castilla. Ello no fue más que una continuación del oficio de pacificación en el que tanto se distinguió Juan de Vercelli.

El beato fue uno de los primeros propagadores de la devoción al nombre de Jesús, que el Concilio de Lyon recomendó como acto de reparación por las blasfemias de los albigenses. El beato Gregorio X eligió particularmente a Juan de Vercelli, como general de la Orden de Predicadores, para difundir esa devoción. El beato escribió inmediatamente a todos los provinciales. Filialmente se decidió que en todas las iglesias de los dominicos hubiese un altar dedicado al Santo Nombre de Jesús y que se formasen cofradías contra la blasfemia. En 1278, el maestro general envió un visitador a Inglaterra, donde algunos frailes habían atacado la doctrina de santo Tomás de Aquino, muerto recientemente. El beato había nombrado al Doctor Angélico para ocupar la cátedra de teología en París, ya que san Alberto Magno no quiso aceptarla. Dos años más tarde, Juan de Vercelli asistió a un capítulo general en Oxford. Como su predecesor, Humberto de Romanos, el beato se negó a aceptar la dignidad episcopal y un cargo en la curia romana. También renunció al cargo de general de la orden, pero su renuncia no fue aceptada, de suerte que ejerció ese oficio hasta su muerte, ocurrida el 30 de noviembre de 1283. Su culto fue aprobado en 1903.

P. Mothon escribió en francés una biografía muy completa, que fue traducida al ita liano con el título de Vita del B. Giovanni da Vercelli (1903). Naturalmente el P. Morliel consagra a este importante generalato un largo artículo en su Histoire des Maítres généraux O. P., vol. II, pp. 1-170. Más breve, aunque no menos cuidadoso, es el estudio de M. de Waresquiel, Le bx. Jean de Verceil (1903). V éase también Taurisano, Catalogus Hagiographicus.