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Beato Leonardo, abad

Sucesor del beato Bálsamo como guía de la abadía benedictina de la Trinidad de Cava, fue elegido el 13 de diciembre de 1232, y la gobernó por 23 años. Hombre dulce y pacífico, fue un sagaz y hábil administrador. Durante la lucha entre el papa y el emperador Federico II, que llenó todo aquel período, Leonardo supo moverse con inteligencia, sin enemistarse con ninguno, salvando así la abadía.

De hecho, fue llamado por el emperador en 1245, junto a otros eclesiásticos, para que explicase su causa ante el Concilio de Lyon; el propio emperador, y los papas Inocencio IV y Alejandro IV, multiplicaron las concesiones y los privilegios de la abadía, que asumió un rol de notable importancia a travñes de todo el Medioevo.

Los monjes observaban con fervor la Regla y socorrían generosamente a las poblaciones afectadas por la guerra. En el 1249 la ciudad de Benevento, destruida por los germanos, confió a la abadía la custodia de las reliquias de san Bartolomé y el tesoro diocesano; cuando las reliquias fueron restituidas, una porción de la cabeza fue donada a la abadía.

El digno y santo abado murió el 18 de agosto de 1255, y fue sepultado primero en la gruta «Arsicia», el lugar incorporado a la iglesia abacial, que había sido usado por el fundador -san Alferio- paraa su inicial vida eremítica. En 1641 le fue dada una nueva sepultura en al puerta del coro. En la actualidad sus reliquias se conservan en un altar lateral de la iglesia abacial. Su culto fue confirmado por el papa Pío XI el 16 de mayo de 1928.

Traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli.