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Beato Luis Morbioli, penitente

La memoria del beato Luigi Morbioli sólo se conserva en Bolonia, donde vivió y murió en el siglo XV. No se sabe con exactitud ni el lugar de su sepultura, ya que parece que el cuerpo del beato se encuentra en una pared de la catedral de San Pedro en Bolonia, pero sin que se haya encontrado en obras de restauración.

Luigi Morbioli vivía en la ciudad de Bentivoglio en una de las época más esplendorosas de la historia de Bolonia. Su vida se distingue por haberse movido entre dos extremos opuestos: por un lado el estruendo de la vida desordenada, por el otro la vida de gran penitencia. Jugador, seductor, bebedor, iracundo y de violento carácter. Con estas características estamos pintando un pequeño burgués de Bolonia, de profesión incierta, pero de vida disipada. Salvo que un día, Luis Morbioli va a Venecia por un negocio personal, y allí enferma gravemente. Queda internado y al cuidado de los Canónigos Regulares de San Salvador. Cuando el boloñés sana, se tendrá la sorpresa de ver que su recuperación fue doble: en cuerpo y alma, en físico y carácter.

Vuelve a Bolonia vestido con una túnica marrón, que luego cambia a blanco (por lo que fue considerado, pero sin fundamento, como un terciario carmelita). Comienza a mendigar en las calles de Bolonia, no para sí mismo sino para los más pobres. Su barba crece hirsuta, y su cabello desarreglado. No tiene casa, ni cama. Duerme en las aceras, junto a las puertas: en invierno, lívido de frío, en verano, tostado por el calor. Para viajar cabalga en un asno lleno de magullones, y lleva con él una gran cruz. Dondequiera que llega, la gente hace un círculo a su alrededor, en principio por la curiosidad o el ridículo, pero luego atraídos y admirados por su palabra, que llama a la penitencia y a la continencia. Quien lo conocía antes, va para convencerse de los cambios; quien no lo conocía, no puede imaginar cuánto ha sido la transformación. Pero todos encuentra en este penitente una fuerza espiritual, una especie de shock, como un destello de luz.

Tiene poco más de cincuenta años, pero sabe que tiene que morir pronto, y anuncia el día de su muerte: en noviembre de 1485. Pero la muerte no borra la memoria del extraordinario penitente, y esa memoria, si no directamente el culto de Luis Morbioli, sobreviven mucho tiempo en Bolonia, aunque mientras tanto se pierdan, en alguna pared de la catedral, los restos del beato.

Traducido para ETF de un artículo sin mención de autor en Santi e Beati. Consigno otros datos hallados en carmelnet.org, en artículo firmado por John Dominic Gordini:
Su biografía más antigua fue compuesta por el beato Bautista de Mantua entre 1485 y 1489, que vivió muchos años en Bolonia. Aunque se incoó en 1654 un proceso regular de canonización, nunca llegó a su fin, pero el culto fue aprobado en 1843, para la diócesis de Bolonia y la Orden Carmelita (como queda expuesto, por error se lo consideró terciario carmelita).