BPDLNDSMÍAVC,RPÍT

Beato Pedro de la Natividad de Santa María Virgen Casani, religioso presbítero

Pedro Casani nació en Luca (Toscana, Italia) en 1572 y murió en Roma en 1647. Su niñez y juventud fueron las de un muchacho inteligente, piadoso y responsable. Cuando tenía casi 20 años, influido por la muerte ejemplar de su madre, se sintió llamado a una vida de mayor entrega a Dios y entró en la congregación de la Bienaventurada Virgen, que acababa de fundar san Juan Leonardi, en cuya parroquia de Santa María de Corteorlandini había sido educado en la vida cristiana. Casani tuvo la suene de tratar asiduamente al fundador san Juan Leonardi, que en dos ocasiones lo escogió como secretario y acompañante, al nombrarle Clemente VIII visitador apostólico de dos congregaciones monásticas. Esta fuerte experiencia explica el celo y el rigor de Pedro Casani por la observancia religiosa.

Antes de entrar en el noviciado había hecho estudios de filosofía y teología con los franciscanos de Luca, que completó luego en el Colegio Romano con los jesuitas. Casani fue buen teólogo. Además de elegante latinista y esmerado calígrafo. Ordenado sacerdote en la basílica de San Juan de Letrán, ejerció su ministerio en la predicación, confesiones y pastoral juvenil; para los jóvenes estableció en Luca la congregación de Nuestra Señora de las Nieves. Fue, pues, un religioso ejemplar y muy estimado mientras vivió en la Congregación luquesa.

En 1609 falleció san Juan Leonardi, Pero ya desde los primeros años del siglo había intervenido con su asistencia y su consejo en el desarrollo de la naciente congregación de las Escuelas Pías (popularmente Escolapios), cuyas bases había puesto en 1597 san José de Calasanz, al crear en la parroquia de Santa Dorotea de Trastévere la primera escuela «popular, pública y gratuita» de Europa, como escribió Ludovico Pastor. De nuevo los hijos de San Juan Leonardi prestaron sus servicios pastorales a las Escuelas Pías después de la muerte de su propio fundador. Estos contactos hicieron pensar a Calasanz en la conveniencia de dar mayor estabilidad y asegurar la perpetuidad de sus Escuelas Pías uniéndolas con la Congregación luquesa de San Juan Leonardi, lo cual se llevó a cabo con la aprobación de Pablo V en 1614.

Como consecuencia de esta unión, el p. Pedro Casani fue nombrado rector de la casa de San Pantaleón, donde estaban instaladas las Escuelas Pías y todo el grupo de colaboradores de Calasanz, que continuó siendo responsable y prefecto de las mismas. Comenzaba así una nueva etapa, que afrontaron todos con buena voluntad. Pero este encuentro con Calasanz y su obra fue particularmente trascendental para Casani. Tres años después de la unión, los padres luqueses comprendieron que no podían aceptar definitivamente el ministerio de las escuelas con absoluta prioridad, sin traicionar su propio carisma fundacional. Intervino, de nuevo, Pablo V separando ambas instituciones que en 1621 fueron elevadas a órdenes religiosas por Gregorio XV, manteniendo ambas el apelativo común «de la Madre de Dios».

Pedro Casani decidió quedarse en las Escuelas Pías, formando parte del grupo de Calasanz y participando activa y eficazmente desde entonces en la transformación progresiva del instituto desde simple congregación secular sin votos hasta orden de votos solemnes, la última en la historia de la Iglesia. El santo fundador José de Calasanz encontró en Casani al hombre providencial e imprescindible, a quien mantuvo durante 30 años en los cargos de mayor responsabilidad, siendo su primer asistente general y primer rector de la casa madre de San Pantaleón, primer maestro de novicios, primer provincial de Génova y luego de Nápoles, comisario general para las fundaciones de Europa central y primer candidato para suceder al santo fundador como vicario general, cargo éste que no quiso aceptar por humildad, creyéndose incapaz. Pero, sobre todo, fue siempre su fiel colaborador, dispuesto a todo, su defensor, su amigo y compañero, profundamente piadoso, hombre de espíritu y de acción, cumpliendo incansables misiones de gobierno, de visitador, de formador de novicios y jóvenes, de animador de la observancia en Roma, Frascati, Narni, Fanano. Génova, Savona, Mesina. Nápoles, Nikolsburg, Leipnik, Strasnitz y Cracovia.

Tenía dotes de gran predicador de multitudes, convocando en determinadas celebraciones a seis mil y diez mil personas. Su ejemplo de vida y su fuerza de captación y convicción le hicieron promotor eficaz de vocaciones religiosas, primero entre los luqueses y luego entre los escolapios. Entre sus conquistas puede recordarse como ejemplo, a su propio padre, ya viudo, que le siguió en la congregación luquesa, y al p. Francisco Castelli, que, como él mismo, fue una de las personalidades más relevantes en los principios de la orden de las Escuelas Pías, con cargos de asistente general, provincial de Liguria y de Toscana, rector y maestro de novicios.

Fue muy notable su amor y defensa de la suma pobreza religiosa, una de las razones de su vinculación a Calasanz y a sus exigencias testimoniales de pobreza, dada la dedicación escolar preferencial para los niños pobres. Pero tenía a la vez un don especial para tratar con los grandes de este mundo, tanto de orden civil como eclesiástico, de lo que era consciente el fundador, que se valía de ello. Ambos, sin embargo, eran contrarios a condescender con la excesiva generosidad de los bienhechores, por mantener la pobreza en su rigor.

Participó con el santo fundador do los dolores y gozos del naciente instituto, viéndolo sumamente estimado por papas, cardenales, obispos y príncipes de Europa, y por muchas ciudades y pueblos, con la angustia de no poder atender a tantas demandas de fundación. Pero, como todas las obras y hombres de Dios, también fueron probados por la tribulación. Y Casani fue acusado y llevado preso con el fundador al Santo Oficio, a sus setenta años, por las calles céntricas de Roma y depuesto luego de su cargo de asistente, como culpable, y la orden reducida a simple congregación sin votos. En aquellos momentos de humillación, de descrédito y de destrucción, Casani se mantuvo fiel defensor del fundador y de la obra, soportando la tribulación con paciencia y resignación heroicas, con oración y confianza eh Dios, pidiendo de palabra y por escrito la intercesión favorable de los amigos y de los grandes, aunque inútilmente, e inculcando la confianza y la fidelidad a los vacilantes.

Murió el 17 de octubre de 1647, asistido por el santo fundador José de Calasanz, que en días sucesivos escribió muchas cartas comunicando la noticia y diciendo que «como había vivido muy devotamente durante su vida, así plugo a Dios bendito que ... muriese santamente. Esperamos que ayude a la orden más después de la muerte que en vida. Su cuerpo fue llevado a la iglesia, donde el viernes y el sábado hubo un concurso tan innumerable del pueblo y de la nobleza, que fue necesario retirar su cuerpo dentro de casa. De las gracias que algunos han recibido no diré por ahora nada ...» Poco después daba Calasanz los primeros pasos para iniciar el proceso de beatificación. Pero al morir el fundador diez meses más tarde, la preferencia por llevar adelante su proceso, bloqueó todos los demás.

En 1738 en la ciudad húngara de Szeged, donde los escolapios tenían colegio desde 1720, una muchacha ya moribunda en un hospital fue sanada de una enfermedad incurable cuando un padre escolapio que atendía a los enfermos le hizo besar una imagen del p. Casani. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995 por SS Juan Pablo II.

De la edición de L'Osservatore Romano del 29 de noviembre de 1995, transcripa en una página de la Orden.