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Beatos Manuel Segura López y David Carlos de Bergara Marañón, religiosos mártires

El primero de estos religiosos era presbítero, el otro hermano lego. Ambos fueron arrestados con el resto de la comunidad del santuario calasancio de Peralta de la Sal, la población natal de san José de Calasanz, el fundador de la Orden de las Escuelas Pías. El día 23 de julio fueron encerrados en la casa Llari con su comunidad, y el día 28 de julio fueron requeridos y llevados a Gabasa, donde les fusilaron. Fueron beatificados por Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995 en el grupo de trece escolapios martirizados en diversos días.

Manuel Segura López (v. foto) había nacido en Almonacid de la Sierra, en la diócesis de Zaragoza, en el seno de una cristiana familia, el día 22 de enero de 1881. Ingresó en 1899 en la Orden de las Escuelas Pías y, hecho el noviciado, profesó los votos simples en 1901, haciendo la solemne en 1906. El año 1907, concluidos los estudios oportunos, fue ordenado sacerdote. Pasó por los colegios de Barbastro, Tamarite, Pamplona y Tafalla, dedicado por entero a la enseñanza de los niños y jóvenes, hasta que por sus magníficas cualidades religiosas y morales le fue confiado el delicado cargo de maestro de novicios en Peralta de la Sal, donde dirigía a los aspirantes a la vida religiosa con el mayor esmero, lo que procuró hacer también cuando la comunidad se vio arrestada y detenida. Al llegar los milicianos armados, los novicios estaban jugando al fútbol en el patio. El padre maestro les dijo que pasaran del deporte al martirio. Ellos se libraron y lo recordaron siempre como un maestro de novicios lleno de virtudes. Cuando estando detenido lo llamaron, se dio cuenta de que iba a la muerte y se confesó con uno de sus compañeros detenidos y se despidió de ellos. Murió gritando vivas a Cristo Rey.

David Carlos Marañón nació el 29 de diciembre de 1907 en Asarta, diócesis de Pamplona. Con 23 años ingresa en la Orden de las Escuelas Pías, y, hecho el noviciado, profesa como hermano lego en 1932 y tres años más tarde es admitido a la profesión solemne. Religioso observante y ejemplar, humilde, trabajador y obediente, fue cocinero y hortelano. Estaba destinado en el colegio de Peralta de la Sal cuando fue llamado al martirio. Se le dijo que se le perdonaría la vida si renegaba de su hábito religioso, pero él se mantuvo firme en su vocación y fue fusilado.