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San Anastasio I, papa

El «Liber Pontificalis» dice que fue de origen romano, y que su padre se llamaba Máximo. Sucedió a san Siricio en 399, y fue el 39º Obispo de Roma. Edificó en Roma la basílica Crescenciana, mencionada todavía en el sínodo del 499, e individualizada hoy en San Sisto Vecchio. Combatió con energía el donatismo en las provincias del norte de África, y ratificó las decisiones del Concilio de Toledo del 400, por decisión del cual algunos obispos gaelicos que habían renegado del donatista Prisciliano pudieron conservar su sede, siempre que su readmisión fuese aprobada por Anastasio. El Liber Pontificalis nos informa también cómo descubrió en Roma un cierto número de maniqueos. Lo animaba el espíritu de los defensores de la Iglesia contra el arrianismo, y los derechos del patriarcado occidental en el Ilírico encontraron en él un baluarte.

Anastasio es conocido especialmente por su papel en la disputa origenista1 y por la severidad mostrada hacia Rufino: En el 399 los amigos de san Jerónimo presionaban para obtener del papa una condena formal del origenismo. Solicitado incluso por cartas y embajadores de parte de Teófilo, obispo de Alejandría, para que Occidente participe en esta lucha, condenó las «Proposiciones blasfematorias presentadas». Rufino, profundamente irritado por esta campaña, le hizo presente una «Defensa de Orígenes», «para borrar toda huella de sospecha y para remitir al Papa la declaración de fe». Esta defensa, sin embargo, no produjo efecto en Anastasio. Sobre el origenismo escribió varias cartas, una dirigida a Venerio de Milán. De la copiosa correspondencia que Anastasio dirigió desde Letrán a personalidades de diversos países, sólo se han conservado unas pocas cartas.

Después de un pontificado breve (399-401) y muy activo, murió el 19 de diciembre del 401, como lo demuestra Duchesne en su comentario al Liber Pontificalis, aunque en otras biografías se interpreta que murió en 402. Fue enterrado en la Via Portuense, en una tumba situada entre las basílicas de Santa Cándida y Santos Abdón y Sennen. San Jerónimo, quien tuvo palabras de alto elogio para Anastasio, llegó a escribir que, si murió tan pronto, fue «porque el mundo no podía ser decapitado mientras lo gobernase tal obispo», en alusión a la caída de Roma, que tuvo lugar en el año 410 por obra de Alarico. Este elogio aun figuraba en la versión anterior del Martirologio Romano.

nota 1: Imposible resumir aquí todos los términos de la larga polémica origenista. Sólo como orientación: el teólogo y exégeta Orígenes había creado en la primera mitad del siglo III una de las más vastas -en profundidad- y amplias -en extensión de discípulos-, escuelas de pensamiento del cristianismo; sin embargo, posiblemente a pesar suyo, permitió que su sistema fuera en exceso influido por cierto neoplatonismo que le llevó a afirmar la preexistencia de las almas, y que en definitiva le trajo errores cristológicos graves a la hora de formular la encarnación del Verbo. La influencia de su pensamiento fue tal, que aun en el siglo VI se seguía discutiendo si su obra debía o no ser condenada. La obra no lo fue como tal -por el contrario, sigue siendo utilizado y admirado lo que nos llegó de ella- pero sí lo fueron algunas proposiciones, que pueden encontrarse resumidas en el Magisterio de la Iglesia, en los cánones del Papa Virgilio (543). Puede leerse más sobre Orígenes y la controversia en su epoca y luego de su muerte en la Patrología de Quasten, vol I.

Traducido y resumido de un artículo de Filippo Caraffa en Enciclopedia dei Santi. La bibliografía fundamental es la edición Duchesne del Liher Pontificalis (vol. I, pp. 218 ss.), pero hay alusiones de san Jerónimo, san Paulino de Nola y san Agustín, así como algunas cartas del propio papa que se consideran auténticas, ver las referencias en Di Berardino, Patrología III, pág 710. ver también Acta Sanctorum Sept, vol III (día 27).