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San Colmano, peregrino

Hasta 1633 fue el patrono principal de las tierras austríacas, aunque lluego de ese año cedió en devoción al margrave san Leopoldo, llamado «el Piadoso». Colman era de origen irlandés, y estaba de peregrinación a Tierra Santa, pero cuando en el 1012 llegó a Stockerau, cerca de Viena, fue confundido con un espía y ahorcado. Según la tradición, el árbol donde fue colgado se conserva hasta hoy en el castillo de Kreuzenstein, cerca también de Viena, mientras que el cuerpo del santo reposa en Melk, en la tumba que hizo construir en su honor el margrave Enrique II.

Su culto comenzó casi enseguida: resultó ser que el cuerpo permaneció incorrupto durante 18 meses, y los habitantes del lugar entendieron este signo como una señal del Cielo de que había muerto injustamente; a esto se sumaron milagros obrados por el santo, y la veneración se extendió, desde el 13 de octubre del 1014 (deposición de su cuerpo), por Austria, Hungría, el Tirol, Baviera y el Palatinado; en su honor fueron erigidas muchas capillas, especialmente en las zonas montañosas. Aun hoy es posible encontrar en los campos fuentes de agua dedicadas al santo.

Junto a los santos Fridolino y Leonardo, Colman era especialmente invocado para curar el ganado equino y bovino, y los animales eran habitualmente llevados a cualquier capilla dedicada al santo los días 13 de octubre para su bendición. San Colman es invocado contra la peste; se narra incluso que en una de 1713 que afectó a toda Austria, dejó libre a la ciudad de Melk, ya que los ciudadanos invocaron al santo, ofreciéndole un cirio de setenta libras.

En el culto popular -aunque el Martirologio no lo recoge así- es impropiamente invocado como mártir, según cierta tendencia medieval a considerar martirio algunas muertes violentas seguidas de milagros. Su iconografía lo presenta con hábito de peregrino y una cuerda en la mano en recuerdo de su ahorcamiento. Nunca hubo aprobación oficial del culto, pero se puede considerar como tal su inclusión en la última edición del Martirologio Romano.

La forma clásica de la leyenda de san Colman puede encontrarse en la Biblioteca de Austria. El presente artículo traduce, con algunas precisiones, uno de Antonio Borrelli.