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San Gregorio de Langres, obispo

Fue bisabuelo de san Gregorio de Tours, y es a través de los escritos de este santo que conocemos aspectos de su vida, tanto a través de la "Vita" escrita por su bisnieto, como a través de sus otras obras, las conocidas "Historia de los Francos" y "La gloria de los mártires".

Era de noble origen, y gobernó el distrito de Autum como "comes" (es decir "Conde"), durante unos 40 años, en los que impartió justicia, a lo que parece con cierta severidad.

Cuando falleció su esposa Armentaria, y siendo ya hombre de edad, se entregó a Dios sin reservas, con el deseo de llevar una vida de soledad y retiro. Pero como suele suceder en la vida de estos ermitaños, su fama de santidad hizo que fuera elegido obispo de Langrés, donde dejó ejemplo de celo por la grey y fidelidad a sus deberes pastorales. Mantuvo, sin embargo una vida penitente en lo referente a la comida y la bebida, que sin embargo se ingeniaba para disimular ante los que le rodeaban. Pasaba noches de oración en el bautisterio de la ciudad de Dijón, donde residía habitualmente.

En uno de esos momentos de oración, se apareció a él San Benigno, el apóstol de la Borgoña, le reprochó el haber descuidado su culto, y le pidió que restaurara su sepulcro en ruinas. Gregorio desonocía la hstoria del santo, pero obedeciendo a la visión, restauró el sepulcro que él creía de un pagano, y construyó una basílica, y el templo se convirtió desde entonces en un importante centro de peregrinación. Consiguió además, por unos peregrinos, una "Vida de San Benigno" para promover su culto.

Murió en 539 en Langrés, luego de poco más de treinta años de episcopado, así que debía tener unos 80 años de edad. Sin embargo, no fue enterrado en Langrés sino en Dijón, según su deseo, en el santuario de San Benigno que él había reconstruido. Su sepulcro fue famoso en su tiempo por los milagros que allí se obraban. El poeta Venancio Fortunato escribió más tarde el epitafio del santo, que aun se conserva, y en donde destaca que la severidad que desplegó como juez dio paso a su benevolencia como padre:

«Luego que el Príncipe celestial destruyera el Tártaro
a los pies del justo, enemiga Muerte, yaces.
Esto atestigua la venerable vida del santo Gregorio
quien así, tras el túmulo, entra con honor a los cielos.
La antigua nobleza que proviene de su linaje
permanece más noble aun sobre los astros, por sus obras.
Fue antes feroz magistrado, y el mismo, luego, pío sacerdote:
a quienes doblegó el juez, abrigó con amor el padre.
Rigió el rebaño por treinta y ... años [verso corrompido]
y tuvo el pastor sus gozos en la grey de Cristo.
Si buscas mérito, sus milagros lo proclaman
a quien débil es conducido [hasta su tumba, posiblemente], encuentra como amiga a la salud.»

Ver Gregorio de Tours, Vitae Patruum, lib. VII; Historia Francorum, lib. III, IV y V; De gloria martyrum, LI; L. Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. II, pp. 185-186. Acta Sanctorum I, pp 167ss reproduce la Vita escrita por Gregorio de Tours y el epitafio de Venancio Fortunato, de donde lo traduje. El resto del artículo, así como la bibliografía, se basa en la noticia del Butler, tomo I, pág. 33.