SLÚC,M

San Lúcido, monje

San Lúcido nació en Aquara en torno al 960. A la edad de aproximadamente 15 años, sus padres, Albino della Croce y Sabina Nicodemo, lo confiaron a los monjes del monasterio de San Pedro, poco distante del pueblo. Formado en aquella escuela, cuando estuvo maduro para el apostolado pasó de Aquara a Montecassino. Desde allí varias veces regresó al monasterio de San Pedro y a Salerno, donde, por su sabiduría, fue nombrado consejero del Príncipe Guaimaro. En los admirables hechos de su infatigable vida, Lúcido tuvo tiempo no sólo de visitar el monasterio de Cava dei Tirreni, sino aun de ir a Tierra Santa. Al retornar de aquella peregrinación fundó, en las cercanías de Montecassino, el monasterio de Santa María de la Albaneta, fijando allí su residencia como prior. Pero antes fundó en los alrededores de Aquara una pequeña iglesia dedicada a la Virgen (Maria Santissima del Piano).

El culto comenzó a su muerte, y luego de nueve siglos de ininterrumpida memoria, el papa León XIII lo confirmó el 8 de enero de 1880, por insistencia del obispo de Teggiano, Mons. Domingo Fanelli. A la muerte del santo, sus devotos hicieron esculpir en madera un busto-relicario del santo, que primero estuvo en el monasterio de San Pedro, pero fue luego trasladado a la iglesia parroquial de San Nicolás. Esas reliquias fueron luego trasladadas a una estatua de plata, que los ladrones no perdieron ocasión de robar. Eso ocurrió el 23 de marzo de 1895. Afortunadamente el 31 de julio del mismo año, las sagradas reliquias fueron encontradas en una casa rodante (caravana), y fueron trasladadas triunfalmente a la iglesia parroquial. Allí los vecinos de Aquara hicieron fundir una segunda estatua de plata para albergarlas. Pero no terminó allí la accidentada vida de estas reliquias, ya que el 28 de febrero de 1975 la estatua fue nuevamente robada, aunque no las reliquias, por lo que fue rehecha por tercera vez, testimonio de la contienda entre profanadores y devotos...

Traducido para ETF, con escasos cambios de un artículo de Don Pasquale Marino. La cronología del santo parece un verdadero rompedero de cabeza, y no hay dos fuentes que coincidan; lo único claro parece ser que debe situarse en la segunda mitad del siglo X.