SOÓNDU,O

San Odón de Urgel, obispo

San Odón nació, según parece, en la Villa de Sort, de noble familia, hijo de Artal, Conde de Pallás y de su mujer Lucía (o Luciana); en una escritura es llamado por el Conde de Urgel, Ermengol V, "frater meus domnus Odo Urgellensis Episcopus", sin embargo parece que este título de "hermano mío" no debe tomarse literalmente, sino sólo como un cierto grado de parentesco no especificado, o simplemente como muestra de benevolencia de parte del Conde. Ascendió a la sede urgeliense, de grandísima importancia en la época, a la muerte de su antecesor Guillermo, en 1095, y la gobernó hasta su propia muerte, en 1122.

Hay muchas tradiciones populares en torno a este obispo, y una de ellas es precisamente la de su condición de seglar antes de la elección y su aclamación popular como obispo, tal como narra el elogio del Martirologio Romano; sin embargo, tal como parece firme por los documentos, si bien en un principio abrazó la carrera de las armas, pero luego pasó al estado clerical, como Arcediano de la iglesia de Urgel, de donde llegó a ser elevado como obispo.

Instituyó en el 1100 una hermandad penitencial "in valle Lilitense" (posiblemente La Pobla de Lillet), «cuyos individuos -cito ahora a Villalba- se reuniesen todos los años en la fiesta del titular, y para celebrar la vigilia de su altar cada uno diese una candela: y para la limosna y comida, que se llamaba caridad fraternal, la cual debian comer todos juntos, contribuyese cada uno con un sextario de trigo y otro de cebada, y con una medida de vino que decían cannada, de donde aun en vulgar se llaman canadellas los vasitos en que se sirve el vino y agua en el Santo Sacrificio. Mándales además que hagan cantar una misa por todos los fieles difuntos, y que después de haber comido juntos vuelva cada uno á su casa: y que si algun cofrade muriese acudan todos á su sepultura, y hagan cantar una misa por su alma y ofrezcan por él oblaciones. A los que se alistaron en esta hermandad perdona la mitad de la penitencia que ya estuvieren haciendo por sus culpas pequeñas: y aun de los ocho vicios capitales, cuya penitencia no recibieron, les perdona la mitad.» El documento de institución de dicha Hermandad se conserva hasta hoy. Parece que no fue ésta la única preocupación del obispo por la salud penitencial de su rebaño, sino que donde y cuando pudo instituyó maneras de satisfacer, con obras de piedad y caridad, los pecados del pueblo. Muy acertadamente afirma Villafañe que este modo de realizar penitencia en comunión unos con otros, en el contexto de una comida fraterna es «una reliquia de los Agapes primitivos, sin otra diferencia mas que aquí hacia la esperanza del perdon é indulgencia canónica, lo que allá obraba el fervor de la caridad.»

En una época en la que los territorios de las distintas sedes episcopales significaban no solamente la soberanía espiritual sobre más o menos almas, sino un dominio efectivo sobre prebendas y beneficios, defendió con celo los derechos de la sede de Urgel, que con el pretexto de quitar posibilidades a los moros, eran arrebatadas en beneficio de la nueva sede de Barbastro, creada en 1101; estas reclamaciones le valieron reprensiones por parte del papa Urbano II y luego de Pascual II, ya que según parece, desde Roma no llegaban a ver claro la justicia de tal reclamo, y lo entendieron como una ambición desmedida por parte de nuestro santo.

Además de su tarea como obispo, consta que en 1122 ejerció como abad sustituto en el monasterio de Santa María de Gerri, donde le llegó la muerte, el 7 de julio. Se le atribuyen muchos milagros obtenidos por su intercesión, y el culto del santo, aunque no formalmente canonizado (lo que es normal para santos de esta época), está sólidamente atestiguado a lo largo del tiempo.

Basado en los datos registrados en el «Viage literario a las Iglesias de España», tomo XI, Madrid, 1850, pág 26-40, además de los documentos aportados en el importante apéndice documental. La imagen muestra la tumba del santo en el monasterio de Santa María de Gerri.