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San Pablo Aureliano, obispo

Los bretones tuvieron la fortuna de haber podido escribir en su país, antes de que quedara destruido por las invasiones normandas, la vida de uno de los padres de la cristiandad, con algunos de los detalles peculiares de su autor. Este era un monje de Landévennec, llamado Wrmonoc, quien conocía bien la región de Lyon. Terminó de escribir su obra en el año 884. El siguiente es el resumen de ese documento.

Pablo Aureliano (más tarde conocido como San Pablo de Lyon) fue el hijo de Perplises, jefe británico. Nació posiblemente en Penychen, en Gales del Sur. En la escuela monástica a la cual pidió ser enviado, tenía por compañeros a los santos David, Sansón y Gilas: esto sucedía en Ynys Byr, en tiempos de san Illtud y Pablo estuvo presente en el conocido milagro del ensanchamiento de esa isla. Cuando cumplió 16 años, su patrón le permitió retirarse a un lugar solitario, pero en otro lado (¿Llanddeeusant, en Carmarthenshire?). Pablo se dirigió a un sitio donde construyó unas celdas y una capilla. Allí llevó durante varios años una vida de oración, meditación y estudio; después se ordenó sacerdote y reunió a doce compañeros para llevarlos consigo a vivir en celdas cercanas a la suya. De su retiro fue sacado a un mundo de problemas por el rey Marco, quien le pidió que se trasladara a la «Villa Bannheddos» y evangelizara a su pueblo. Esto lo hizo con tan buen éxito, que todos quisieron elegirlo obispo; pero él rehusaba aceptar y, mientras pensaba en lo que convenía hacer, un ángel se le apareció y le dijo que su vocación se encontraba más allá del mar. El rey Marco estaba poco dispuesto a dejarlo ir y con aspereza se negó a darle como regalo de despedida la campanita que pedía, una de las siete que se tocaban antes de las comidas.

A pesar de todo el santo partió con sus doce compañeros y llego a la costa de Armórica o Britania. Pero antes de alejarse de la costa, se detuvo en una bahía (¿Cornwall?), donde su hermana llevaba una vida solitaria en compañía de unas cuantas monjas. [Se le da el nombre de Sitofolla y se han hecho intentos de identificarla con la misteriosa santa Sativola-Sidwell, venerada en Exeter. Cf. Fr. P. Grosjean en Analecta Bollandiana, vol. LIII (1935) pp. 359-365.] Ella lo convenció para que permaneciera algunos días y, en la víspera de su partida, le rogó llorando que le obtuviera un favor de Dios. El lugar, aunque conveniente a sus propósitos, estaba demasiado cerca de «familiares molestos». «Es fácil para ti -le dijo- obtener lo que quiero con sólo pedírselo a Dios: pide que el mar se recoja en su lecho y la tierra pueda ser un poco más ancha». Entonces San Pablo y su hermana se arrodillaron en la orilla a rezar, después de poner dos hileras de piedras a lo largo del límite de las aguas bajas. Inmediatamente, el mar retrocedió, dejando la tierra seca y las piedras crecieron hasta convertirse en poderosas columnas que formaron un dique.

San Pablo y sus discípulos llegaron a la isla de Ushant, al lugar que ahora se llama Porz-Pol. Allí construyeron celdas y vivieron felizmente durante un tiempo, hasta que el ángel que san Pablo había visto antes, le indicó que avanzaran más adelante. Al llegar al continente, se internaron y se establecieron en Ploudalmezeau. Luego Pablo, nuevamente instado por el ángel, se dirigió al señor del distrito, un buen cristiano llamado Withur, quien se hizo amigo suyo y les dio la Isla de Batz, donde se estableció Pablo y construyó un monasterio. Se cuentan relatos maravillosos sobre los beneficios que dispensó el santo: mató un dragón que había causado grandes daños, enseñó a la gente cómo obtener miel, agrupando a las abejas salvajes y colocándolas en panales, y domesticó a un jabalí, cuyos descendientes permanecieron en Lyon por muchas generaciones.

Un día, cuando Pablo estaba conversando con Withur, un pescador se les acercó a enseñarles un pez que había sacado. En su cabeza tenía encajada una campana que (curiosamente) resultó ser la misma que el rey Marco había rehusado a San Pablo. (Como prueba de la autenticidad de este incidente, los campesinos de Lyon señalan la antigua campana que se guarda en su catedral, hecha con una aleación de cobre y plata. Se le atribuyen propiedades milagrosas).

La gente que había sido beneficiada con las enseñanzas y los milagros de san Pablo, comenzó a pedirlo como obispo. Withur también lo deseaba, pero sabía la indisposición del santo para aceptar tal dignidad y por lo tanto, tuvo que recurrir a una estratagema. Le dio una carta y le pidió que la llevara él mismo a manos del rey Childeberto, en París, ya que contenía asunto de gran importancia. En realidad, era una petición para que designaran obispo a san Pablo. Este protestó con tenacidad, pero el rey lo hizo consagrar y luego lo mandó de regreso a Lyon, donde fue recibido entre aclamaciones. El nombre del "Oppidum" donde se hallaba su sede, se cambió a St-Pol de Lyon, en su memoria. Ahí llevó la misma vida austera de antes, alimentándose sólo de pan y agua, con excepción de los días festivos, en los que comía un poco de pescado. Parece que Withur le cedió su casa en la Isla de Batz, como monasterio para sus monjes. Ahí gustaba de retirarse el santo obispo para dedicarse a la oración y contemplación. Vivió hasta edad muy avanzada y renunció a su cargo algunos años antes de morir. Terminó sus días en el monasterio de Batz, luego de haber visto morir a dos obispos que él mismo consagró para que le sucedieran. San Pablo gozaba del don de profecía y previo las incursiones de los nórdicos, según Wrmonoc, el testigo que relata los últimos momentos del santo en forma sencilla y emocionante.

Para la discusión de esta narración, que de ninguna manera deberá tomarse como válida en toda su extensión, el lector puede remitirse a las obras mencionadas posteriormente. Puede agregarse que existen muchas huellas de San Pablo Aureliano en Gales y en Cornwall, en Paul, cerca de la orilla occidental de Mount´s Bay. Si el pequeño monasterio de su hermana estaba de verdad cerca, en el Lago Gwavas (como creyó Charles Henderson), es una coincidencia interesante, que, cuando la Revolución Francesa lo desterró, el último obispo de Lyon, Juan Francisco de la Marche, arribara a Mount´s Bay en 1791, nueve días antes de la fiesta de san Pablo. Esta fiesta se observa ahora en la diócesis de Quimper y en el monasterio de Caldey.

El primer manuscrito (siglo X) de la Vida de San Pablo Aureliano, de Wrmonoc, fue impreso por C. Cuissard en la Revue Céltique, vol. V (1883), pp. 417-458; un manuscrito posterior (siglos XI y XII) se imprimió en Analecta Bollandiana, vol. I (1882), pp. 209-258; ver también vol. II, pp. 191-194. La más completa discusión del tema está hecha por el can. G. H. Doble, San Pablo de Lyon (1941), donde las partes más importantes de la "vida" de Wrmonoc, están traducidas; cf. el artículo del mismo autor, San Paulus de Gales, en Laudate, julio 1941. Ver además LBS., vol. IV, pp. 75-83; y F. Duine, Sources hagiographiques... de Brétagne, pp. 58-61.