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San Pablo de Chipre, monje mártir

Entre las víctimas de la persecución iniciada por el emperador Constantino Copronimo contra los que veneraban imágenes sagradas, uno de los más prominentes fue Pablo, quien, llevado ante el gobernador de Chipre, fue puesto en la alternativa de pisotear un crucifijo o sufrir la tortura del caballete. Sin un sólo minuto de duda, Pablo gritó: «Lejos de mí, Señor Cristo Jesús, Hijo Unigénito de Dios, pisotear tu divina imagen» y, arrodillándose, besó al Cristo del crucifijo. El gobernador ordenó que lo desnudaran y prensaran entre dos tablas. Su cuerpo fue luego desgarrado y finalmente colgado cabeza abajo sobre el fuego, hasta que se consumió. El autor de los «Hechos de San Esteban el Joven» dice que su ejemplo ayudó a engrandecer la fe de los mártires de Constantinopla; de allí que algunos autores crean que san Pablo fue ejecutado en Constantinopla, pero lo más seguro es que fue martirizado en la isla de Chipre.

Ver el Acta Sanctorum, marzo, vol. II; el relato está basado en el menologio griego.