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San Roberto de Molesmes, abad

Los orígenes de la reforma Cisterciense están indefectiblemente ligados a Roberto (1028-1111), Alberico (c.1050-1108) y a Esteban Harding (1066-1134), los tres fundadores inmortalizados en la obra de Dom Columbia Marmion, «Tres monjes rebeldes». La «Vita» de Roberto fue redactada como apoyo a la canonización en 1222. El autor es un monje anónimo de Molesmes, que la escribe a petición de su abad, Odón II (1215-1227). Habían pasado más de cien años desde la muerte de Roberto, y todos los recuerdos directos hacía tiempo habían desaparecido. Salvo algunos prodigios milagrosos, parece que las grandes lineas de su vida están relatadas de manera seria, aun cuando el propósito era ante todo hacer una obra de edificación y defensa, no una biografía o un relato histórico de la carrera de Roberto.

El santo nació hacia 1028 en el Condado de Champagne. Como muchos otros monjes de esta época, pertenecía a las clases altas de la sociedad, pero muy poco cultivadas -poseían tierras, siervos y relaciones con la nobleza. Sus padres se llamaban Thierry (Theodoricus) y Ermengarda. A los quince años fue admitido en el monasterio de Montier-la-Celle y unos 10 años mas tarde lo encontramos como Prior del mismo.

Un giro en la vida de Roberto ocurre en 1074 cuando una comunidad de ermitaños situada en los bosques de Colan solicita al Papa Gregorio VII su nombramiento como superior, cosa que así sucede. Al año siguiente, el 20 de Diciembre de 1075, cambió al grupo a Molesmes, en un terreno otorgado por la Familia Maligny, que eran parientes suyos. Entre los que firman el documento de donación, se halla Tescelino el Rojo, padre de san Bernardo. La fundación de Roberto fue un éxito tan grande que rápidamente Molesmes se convirtió en otro Cluny; en 1098 contaba con unos 35 prioratos dependientes, otras casas anejas y monasterios de monjas asociadas. El descontento de Roberto por tener que lidiar con un género de vida casi de señor feudal, queda de manifiesto en el hecho de que varias veces entre 1090 y 1093 lo encontramos entre grupos de ermitaños en las cercanías de Aux.

Con el correr del tiempo, las tensiones en la comunidad de Molesmes entre monjes que querían «adherirse de un modo más estricto a los preceptos de nuestro Padre San Benito» y otros que defendían los valores de las tradiciones que ya vivían fueron creciendo. La lucha entre los «innovadores» y los «tradicionalistas» continuó. Sin duda, ante el poco entusiasmo del obispo local por cambiar la situación de Molesmes, los «reformadores» intentaron una entrevista con Hugo de Die, el reformador, arzobispo de Lyon y legado del Papa Urbano II. Finalmente, con el consentimiento del legado Papal, la comunidad se dividió y el grupo nuevo partió para fundar lo que eventualemte será el monasterio de Citeaux. Roberto fue instalado allí como abad. En los documentos más antiguos, la fundación se llama sencillamente «Nuevo Monasterio». El cambio por «Císter» sólo tuvo lugar con la expansión de la Orden, tal vez hacia 1119.

Sin embargo al final de su vida volvió a Molesmes, donde en 1111, «en el año 83 de su vida, el 17 de Abril, su cuerpo volvió a la tierra» (Vita Roberti, 14). Lamentablemente no se conservan escritos auténticos de Roberto; existen dos cartas editadas en Migne, pero son dudosas.

He tomado este texto de la introducción a una muy bien editada Vida del bienaventurado Roberto abad de Molesmes y Citeaux, allí se encuentra el texto completo traducido de la Vita anónima a la que hace mención, y que recomiendo para lectura porque es la fuente original de donde deriva todo escolio biográfico sobre el santo. La edición fue realizada en castellano para la cátedra de Historia de la Iglesia Medieval en la Universidad Católica Argentina, en 2005, y firman el trabajo Fernando Gil y Ricardo Corleto, quienes aclaran que los documentos originales provienen del web de la OCSO (Orden Cisterciense de la Estricta Observancia), a quienes he puesto, por tanto, como fuente última.
Cuadro: San Roberto de Molesmes acoge a san Bernardo de Claraval en la Orden Cisterciense. Obra de Francisco de Goya, 1787, que se encuentra en Valladolid, España.