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San Teodoro de Tabennesi, abad

Teodoro nació hacia el 312 en Sne (Isna, en griego Latópolis) en el Alto Egipto; provenía de una familia rica, ya cristiana. Desde que tuvo catorce años Teodoro sintió la riqueza de su familia como una amenaza para su salvación, y mientras asistía a la escuela, comenzó a llevar un estilo de vida estrictamente ascético. Teodoro debió haber adquirido en estos años juveniles una sólida cultura, ya que en tiempos posteriores estuvo en condiciones de conducir debates filósofos sobre temas complejos. A los dieciséis años ingresó en un monasterio cercano, donde un monje leyó una catequesis de san Pacomio sobre el tabernáculo en el Antiguo Testamento, y tuvo así conocimiento del monasterio fundado por Pacomio en Tabennesi.

Hacia del año 328 (es decir, con 16 años), se unió a la comunidad monástica de Pacomio. Poco tiempo después su madre se presentó ante el monasterio con cartas de los obispos vecinos para devolver a Teodoro a su casa, y exigió hablar con Teodoro. Pacomio se sintió en principio inclinado a obedecer las cartas de los obispos y despedir a Teodoro, pero se negó a decidir por sí solo, y mandó a Teodoro hablar con su madre; finalmente permaneció en el monasterio. Más tarde se unió su hermano Pafnucio como monje de la comunidad pacomiana. Pafnucio trabajó hasta su muerte como ecónomo de Phbow, uno de los monasterios; murió, poco antes de Pacomio, hacia el 346, en una grave epidemia.

Por su estricta obediencia e imitación de Pacomio, Teodoro adquirió con los años la especial confianza del fundador, por lo que cuando Teodoro tenía veinte años, Pacomio le encargó la catequesis de la oración de la tarde, lo que provocó protestas de muchos monjes mayores que él. Por último Pacomio lo nombró abad de Tabennesi. Más tarde le llamó de nuevo a Phbow, y le encargó la visita de todos los monasterios, con plenos poderes, lo que dio a todos la impresión de que Teodoro había sido elegido como sucesor del Abad General. Este encargo de visitador de los monasterios de la comunidad pacomiana lo ejerció Teodoro por siete años. Cuando Pacomio cayó gravemente enfermo hacia el 344, los abades (hegumenoi) y los monjes principales (archaioi Pateres) acordaron establecer a Teodoro como sucesor de Pacomio. Teodoro se negó inicialmente, pero al final dio su aprobación. Cuando Pacomio, contrariamente a lo esperado, se recuperó por completo, retiró a Teodoro su confianza y su posición de liderazgo y le prohibió durante dos años salir de Phbow. Sólo poco antes de la muerte de Pacomio Teodoro fue de nuevo encargado de las visitas de los monasterios, y el fundador envió por su medio una carta al arzobispo Atanasio de Alejandría. Pacomio murió en mayo del 346, en una grave epidemia, y nombró en su lecho de muerte a Petronio como su sucesor, pero sus últimas palabras fueron para Teodoro, a quien pidió que lo enterrara en un lugar secreto del desierto.

Ya con el nuevo abad general Petronio, Teodoro fue enviado a una segunda visita de la comunidad pacomiana a san Atanasio de Alejandría, y en ese viaje Teodoro visitó también al famoso ermitaño Antonio. Petronio murió durante ese viaje de Teodoro, y dejó como sucesor a Horsiesios, abad de Seneset (Chenoboskion). Teodoro, aunque no tenía un cargo prominente, como discípulo predilecto que había llegado a ser de Pacomio, gozaba de gran prestigio entre los monjes. Hacia el 350 hubo un levantamiento en uno de los monasterios, el de Tmusons: en la estructura pacomiana, los monasterios vendían sus productos a través de la casa madre, y recibían de esta el producto, repartido según las necesidades de los distintos claustros; pero Apolonio de Tmusons consideró que eso desfavorecía demasiado a su monasterio, y no quería continuar de esa forma. Horsiesios fue incapaz de resolver la situación, nombró como coadjutor(synergos) a Teodoro, y se retiró a su monasterio de Seneset. Teodoro consiguió solucionar el conflicto, y durante los dieciocho años siguientes fue, aunque no en el nombre del cargo, el abad general de hecho, en los cuales se realizar las visitas a todos los monasterios, y se mantuvo la koinonía entre las distintas casas. Cuando san Atanasio visitó en el 363 las comunidades del Alto Egipto, Teodoro fue a la cabeza de una delegación de los monasterios pacomianos a presentar sus respetos, y recibió con gran alegría en sus propias manos la famosa carta de Atanasio por la Pascua del 367 donde establece el canon de los 27 libros del Nuevo Testamento.

El éxito económico demasiado grande de los monasterios, que ya había dado lugar a la revuelta de Apolonio, parecía a Teodoro cada vez más peligroso para la salvación de los monjes. Como se veía incapaz de contrarrestar esta evolución perniciosa de los acontecimientos, deseó su muerte. Todavía celebró, sin embargo, la semana santa del 368 en Phbow, con Horsesio y los demás monjes, y murió el miércoles de Pascua, 27 de abril ese año. Horsiesio y los hermanos lo sepultaron en el cementerio del monasterio en una montaña cercana, pero a la noche siguiente, el propio Horsesio y tres monjes trasladaron el cadáver a la tumba secreta de Pacomio, donde también Pafnucio, el hermano de Teodoro, había sido enterrado por él. Atanasio honró la memoria de Teodoro en una carta que dirigió a Horsiesio y toda la comunidad pacomiana.

Traducido, con escasos cambios, de un relato de Klaus-Peter Todt, en Biographish-Bibliographishes Kirchenlexikon (1996), lamentablemente -y contra lo habitual en esta obra- sin ninguna referencia de fuentes. Acta Sanctorum le dedica un amplio espacio en el tomo III de mayo, bajo el día 14, donde lo trata junto a san Pacomio, el tema principal del artículo; allí mismo trasncribe unos «Paralipomena [Crónicas] de ss. Pachomio et Theodoro» donde resume los hechos que se mencionan en este escrito, y es, seguramente, la fuente remota de cuanto conocemos del discípulo del gran fundador. En la Iglesia ortodoxa es celebrado el 16 de mayo con el nombre de «Teodoro Higiasmenos».