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San Vitaliano, papa

La vida de un papa, incluso su santidad personal, son difícilmente separables de la historia que los rodea, que en el caso de la época de Vitaliano implica la relación directa y muchas veces asfixiante, con el Imperio.

Constante II, emperador de Oriente ve amenazado su lugar por muchos enemigos, quizás por eso intentó volver a una relación más fluida con Roma. Vitaliano fue elegido el 30 de julio del 657, y también estaba interesado en restablecer la relaciones, poco cordiales, con Bizancio. Evitó hacer hincapié en las diferencias doctrinales, y cuando Constante se trasladó a Italia, en el 661 o 2, recibió al emperador en Roma con una pompa extraordinaria. Constante II, sin embargo, no consiguió lo que deseaba de Italia (que en definitiva pasaba por aumentar su poder), y se fue, no sin antes saquear el tesoro de Roma. Parece que fue en esta época (aunque este punto sigue discutido), cuando se reorganizó la jurisdicción de Bizancio en Italia y la Iglesia de Rávena vino a ser una Iglesia autocéfala.

La amargura de Vitaliano se vio aliviada por una buena noticia llegada de Gran Bretaña: la Iglesia en Inglaterra abandonaba los ritos irlandeses y escoceses para adoptar la liturgia romana. Bajo el reinado de este Papa, san Benito Biscop hizo su primera visita a Roma. Las diferencias entre los obispos celtas y anglosajones, sobre la fiesta de la Pascua y otros puntos, quedaron zanjadas en el Concilio de Streaneshalch (Whitby). San Vitaliano envió a Inglaterra a san Teodoro de Tarso como obispo de Canterbury, y al monje africano san Adriano, que fue abad de San Agustín. La influencia de ambos, en la preparación del clero anglosajón y en el establecimiento de relaciones más estrechas entre la corona de Inglaterra y la Santa Sede, fue muy grande.

A pesar de esta tensión, el papa tuvo un gesto de magnanimidad con ocasión del asesinato de Constante II: en vez de apoyar a los rivales, defendió la legitimidad sucesoria de Constantino IV. El nuevo emperador, alarmado por la amenaza árabe, practicó desde entonces con Roma una política de apaciguamiento. Murió el papa Vitaliano el 27 de enero del 672. Desde antiguo se le honra como santo.

Ver «Los Papas, de San Pedro a Juan Pablo II», de Jean Mathieu-Rosay, Rialp, Madrid, 1990, pp 74; la sección sobre la Iglesia en Gran Bretaña proviene del Butler.