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Santa Frideswida, virgen

Guillermo de Malmesbury nos dejó la recensión más sencilla de la leyenda de la santa en un escrito anterior al año 1125. Fridesvida, una vez que se vio libre de las solicitudes de un reyezuelo, fundó en Oxford un monasterio y pasó allí el resto de su vida. Pero según la forma más compleja de la leyenda, Fridesvida era hija del cortesano Didán y de su esposa Safrida. La educación de la niña fue confiada a una dama llamada Algiva. Cuando Fridesvida leyó que «todo lo que no es Dios es nada», se sintió llamada a la vida religiosa. Pero el príncipe Algar, prendado de su belleza, trató de raptarla. Entonces, la joven huyó con dos compañeras por el río Isis y se ocultó durante tres años en la cueva que servía de guarida a un jabalí. Como continuase la persecución de Algar, Fridesvida invocó la ayuda de santa Catalina y santa Cecilia, con el resultado de que el pretendiente quedó ciego hasta que prometió dejar en paz a la doncella. Según la leyenda, esa era la razón por la que los reyes de Inglaterra, hasta Enrique II, no iban jamás a Oxford.

Para poder consagrarse más plenamente a Dios en la soledad, Santa Fridesvida construyó con sus manos una celda en el bosque de Thornbury (actualmente Binsey), donde se acercó al Reino de los Cielos mediante el fervor y la penitencia. Se cuenta que la santa hizo brotar la fuente de Binsey con sus oraciones y que los peregrinos solían acudir allí en la Edad Media. La muerte de Fridesvida suele situarse en el año 735. Dios honró su sepulcro con numerosos milagros, de suerte que se convirtió en uno de los principales santuarios de Inglaterra.

Por lo que parece, la leyenda de santa Fridesvida, tal como se canserva, carece de fundamento histórico y no merece crédito alguno. Sin embargo, es probable que la santa haya fundado un monasterio en Oxford, en el siglo VII El monasterio fue restablecido en el siglo XII por los canónigos regulares de San Agustín. En 1180, las reliquias de santa Fridesvida fueron trasladas solemnemente a la iglesia construida en su honor. El canciller y los miembros de la Universidad solían ir al santuario dos veces al año, a la mitad de la Cuaresma y el día de la Ascensión. En 1525, el cardenal Wolsey, con autorización del Papa Clemente VII, disolvió el convento de Santa Fridesvida y fundó allí el Cardinal College; la iglesia conventual se convirtió en capilla del colegio. En 1546, es decir, ya producida la ruptura con Roma, Enrique VIII cambió el nombre de colegio por el de «Aedes Christi» (Christ Church o Santuario de Cristo) y la capilla se convirtió en catedral de la nueva diócesis de Oxord. Durante el reinado de María, la Santa Sede reconoció la diócesis y catedral. Por entonces, las reliquias de santa Fridesvida fueron recogidas, aunque probablemente no dispersadas, ya que el año de 1561, cierto canónigo de Christ Church, que probablemente estaba loco, profanó las reliquias con un fanatismo increíble. Durante el reinado de Eduardo VI, había sido sepultada en la iglesia la monja apóstata Catalina Cathie, quien había contraído matrimonio con el fraile Pedro Mártir Vermigli. Los restos de Catalina habían sido removidos en la época de la reina María; pero el canónigo Calfhill los reunió con los de Santa Fridesvida y los sepultó en la iglesia. Al año siguiente, vio la luz un escrito latino (y otro alemán) en el que se relataban los sucesos, con ciertos comentarios seudopiadosos sobre el texto «Hic jacet religio cum superstitione» (aquí yace la religión junto con la superstición). No es seguro que dicho texto haya sido grabado sobre el sepulcro, aunque varios autores, entre los que se cuenta Alban Butler, a mediados del siglo XVIII, lo afirman así. Éste comenta: «el sentido obvio de la inscripción nos lleva a pensar que aquellos hombres querían matar y sepultar toda religión».

Su fiesta celebra en la arquidiócesis de Birmingham. Se dice que en Borny de Artois se venera también a la santa con el nombre de Frevisa. Existen varias recensiones diferentes de la leyenda de santa Fridesvida (véase Biblioteca Hagiográfica Latina, nn. 3162-3169). En Acta Sanctorum, oct. vol. VIII, se hallará el texto íntegro o resumido de las principales. Véase también el comentario de J. Parker, The Early History of Oxford (1855), pp. 95-101; véase también E. W. Watson, The Cathedral Church of Christ in Oxford (1935).