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Santo Adelpreto de Trento, obispo y mártir

La devoción a san Adelpreto en Trento ha tenido altos y bajos, e incluso recusaciones de la santidad de su figura. En 1913 su fiesta, que al menos desde el siglo XVI se celebraba el 27 de marzo, ya no aparece en el calendario diocesano, a pesar de ser, junto con san Vigilio, cotitular del altar mayor de la Catedral.

Se ignora su origen y la fecha de nacimiento. Fue obispo de Trento desde 1156 o 1157, y sabemos que en 1158 acompañó, escoltándolos por los valles tridentinos, a los legados del papa Adrián IV (1154-1159) que se dirigían a Alemania, donde el emperador Federico Barbaroja. Éste se había coronado emperador en 1155 y estaba en guerra con el Papado y los territorios italianos, en afirmación de los derechos universales del Imperio. En ese año hizo su segundo descenso a Italia, ganando Milán.

No ha sido aclarado aún cuál fue la actitud de Adelpreto frente al cisma causado por la lucha entre el Imperio y el Papado. Políticamente apoyó al emperador, tal vez porque era de origen alemán, o pòr la ubicación geográfica de Trento, con sus obispos-príncipes gravitando en la órbita imperial. Partidario del entonces partido gibelino, tal vez con el cargo de vicario imperial, sobre su gobierno de la diócesis y del principado de Trento tenemos poca información como para reconstruir un marco creíble.

Murió de una muerte violenta hacia el 1177, asesinado por un tal Aldrigitus, miembro de la noble familia de Castelbarco, cerca de Rovereto. Adelpreto fue enterrado en la catedral de Trento, y la diócesis de Trento le tributó culto de mártir. Sobre su tumba se colocó una lámina románica de cobre dorado representando la escena de la matanza; en la actualidad se guarda en el tesoro de la catedral.

En el siglo XVIII el historiador Jerónimo Tartarotti (1706-1761), encendió una polémica sobre su culto, basádose en la contrastante figura del obispo-guerrero caído en batalla, que se formó en la tradición popular. En 1703 la ciudad hizo un voto, invocando a san Adelpreto contra el asalto de los franceses. El Martirologio actual lo inscribe como santo, pero equivalente a beato (es decir, sólo para el culto local), y no como mártir.

Traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli.