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Santos Boris y Gleb, mártires

Eran dos de los doce hijos de san Vladimiro, gran duque de Kiev, e introductor del cristianismo en Rusia. Vladimniro murió el 15 de julio de 1015, y dejó el reino repartido entre sus hijos, o quizás no claramente establecida la manera de tal división. El caso es que inmediatamente uno de ellos, Sviatopolk, que había heredado el gran ducado de Kiev, proyectó asesinar a los demás para quedarse con la herencia. Cumplió su proyecto sólo en parte, ya que llegó a matar, por medio de sicarios, a Boris y Gleb.

Habían pasado sólo 9 días desde la muerte de Vladimiro y Boris -de bautismo Román-, que volvía victorioso de una campaña militar, fue interceptado por los sicarios. Ordenó no responder con violencia a los asesinos para no entablar guerra con su hermano, y por este gesto de mansedumbre fue asesinado. Era el 24 de julio. Poco más tarde, en septiembre, su hermano Gleb -de bautismo David-, fue convocado a conferenciar a Kiev por el hermano asesino, y el 5 de septiembre asesinado por los sicarios en el río Dnieper.

Pero en el 1019, Jaroslav, el primogénito de Vladimir y príncipe de Novgorod, venció a Sviatopolk y se apoderó de Kiev, a la que gobernó por 35 años. Al año siguiente, es decir, en 1020, hizo trasladar los cuerpos de Boris y Gleb a la iglesia de San Basilio en Visgorod, y fomentó su culto y consideración como mártires, por la trágica muerte que padecieron.

En el siglo XII el metropolita griego de Kiev realizó la canonización formal de los dos príncipes; la Iglesia católica los ha aceptado en su calendario porque vivieron antes del cisma. En nuestros criterios actuales posiblemente no deban ser considerados mártires, ya que los motivos de la muerte no son muy explícitamnete relacionados con el odio a la fe, sin embargo forman parte de esos casos muy frecuentes en el medioevo en que una muerte violenta es percibida como martirio porque esconde una conezxxión -aunque no demasiado visible- con la defensa de los valores del Evangelio. En este caso el elogio del Martirologio Romano trata de destacar que murieron en defensa del amor fraterno.

Sus nombres se citan siempre juntos, y en la tradición rusa acabaron por confundirse en uno solo, Borisoglebsk, nombre con el que se titulan muchos monasterios y pueblos.

Basado (no literalmente) en el artículo de Ivan Sofranov en Enciclopedia dei Santi, a la que accedimos por Santi e beati.