SMYY-HYSCÑE,MÁR

Santos Magdalena Yi Yong-hui y siete compañeros, mártires

En el lugar de Seúl llamado Pequeña Puerta del Oeste fueron decapitados el 20 de julio de 1839 ocho cristianos, siete mujeres y un varón, que prefirieron perder la vida antes que abandonar la fe de Cristo, que profesaban de corazön y que confesaron con sus labios sin miedo a las represalias. Todos estos santos fueron canonizados el 6 de mayo de 1984 por el papa Juan Pablo II en Seúl. Estos son sus datos:

Magdalena Yi Yong-Hui había nacido en Pongchon, Seúl, el año 1809. Era hija de la también mártir santa Magdalena Kye-im. Educada cristianamente, ella y su hermana mayor decidieron guardar virginidad para servir con mayor libertad al

Señor. Pero cuando su padre quería a todo trance casarla, decidió irse a Haktari, en Hanyang, la capital. El día antes de cumplir los diecisiete años le reveló a una criada su propósito de marcharse. Tomó un hatillo de ropas y, acompañada por la criada, salieron al día siguiente para la capital siguiendo a su padre que ese día iba allí. Llegó a casa de su tía Teresa, le contó su historia y la tía le permitió quedarse y vivir tranquilamente allí. Como ella dejó en la cercanía de la casa ropa ensangrentada pensaron que algún animal la había atacado y el padre al saberlo volvió urgentemente a casa. Supo el padre que Magdalena rehusaba casarse con el novio que él la había buscado y pensó que él era el responsable de la muerte de su hija. Tres meses más tarde la tía mandó a la madre de Magdalena un recado secreto tranquilizándola respecto a su hija y diciéndole que se encontraba a salvo en su casa. La madre, hasta entonces hundida por la pena, respiró, y el padre al ver la mutación de su esposa empezó a sospechar. La madre le contó la verdad y él fue a la capital a asegurar a su hija que podía seguir su propio camino. Luego de estar un tiempo con su tía, Magdalena pasó por otras casas y finalmente, por intervención de un sacerdote, pudo poner su propia casa. Cuando su hermana Bárbara quedó viuda, se fue a vivir con ella y compartieron ambas la vida durante años, y recibían la visita de su madre en Navidad y Pascua. Llegada la persecución de abril de 1839, Magdalena fue una de las cristianas que se decidieron a ofrecerse espontáneamente a las autoridades y así se presentaron como cristianas a los soldados que buscaban a Agustín Yi Kwang-hon. No las tomaron en serio y las mujeres persistieron, y como prueba les enseñaron sus rosarios. Entonces los soldados las llevaron a la cárcel. Al día siguiente fueron interrogadas e invitadas a renunciar al cristianismo. Ellas contestaron que no traicionarían al Señor aunque les costase la vida. Las autoridades estaban perplejas y las interrogaron un día tras otro comprobando la convicción con que se confesaban cristianas. Los guardias las golpearon en las rodillas pero las mártires se mantuvieron firmes. Les pegaron aún más fuerte pero sin resultado. La sangre caía desde las heridas al suelo.

Había otros muchos presos cristianos en la cárcel y se declaró una epidemia de tifus. Faltaba agua y alimentos y la situación se hizo muy dura. Empezaron las apostasías. San Pedro Maubant, el misionero francés que había ido a Corea luego de tanto tiempo de ser solicitados misioneros, animaba a los presos diciéndoles que si morían de miseria en la cárcel, ello no era menor martirio que morir a espada. Por fin las espontáneas confesoras de la fe fueron llevadas ante el Ministro de Justicia, ante el que repitieron su confesión de fe y su negativa a apostatar. Como consecuencia, en el día señalado Magdalena junto con sus compañeras fue decapitada.

Teresa Yi Mae-Im había nacido en 1788 en Pongcheon, Seúl. Era tía de la mártir anterior. Se había casado con un hombre no católico pero se quedó viuda con sólo 20 años. Volvió a la casa paterna y entonces tuvo lugar su encuentro con una persona católica que la llevó a la Iglesia. Una vez bautizada, hacía propaganda cristiana entre sus familiares y amigos. Cuando Magdalena, su sobrina, como queda dicho, huyó de su casa, ella la recibió en la suya. Fue una de las que se presentaron espontáneamente a los soldados, padeciendo interrogatorios, tortura, cárcel y finalmente decapitación.

Marta Kim Song-Im nació en Pupyong, provincia de Kyonggi, el año 1787, y antes de ser cristiana estuvo casada dos veces. La primera vez con un hombre con el que no era posible llevarse bien por el carácter irascible del mismo, tanto que ella optó por separarse. Simplemente se marchó de casa y se fue a vivir a Han-yang. Aquí se unió a un ciego que se ganaba la vida echando las cartas y con él contrajo matrimonio y vivió muchos años. Tendría unos cincuenta años cuando, mediante un vecino católico, conoció el cristianismo. Murió el marido ciego, con quien la vida tampoco había sido fácil, y entonces comenzó a ganarse la vida trabajando como criada doméstica y lo hizo en varias casas católicas. Pudo así conocer el cristianismo más de cerca y comenzó a admitir en su corazón la fe y a valorar desde ella los sucesos de su vida pasada. Conoció por entonces a Teresa Yi Mae-im, la mártir anterior. Llegada a la fe y bautizada, residía con Teresa y fue una de las que espontáneamente confesaron su cristianismo, siendo apresada, torturada y condenada a decapitación.

Lucia Kim había nacido en Kangchon, Seúl, el año 1818 en el seno de una familia aristocrática. La familia ya se había mudado a Kongdok cuando murió su padre, que dejaba quince hijos, siendo Lucía la más pequeña. Su madre estaba todavía muy impactada por la muerte del esposo cuando un vecino católico se acercó a ella a brindarle el consuelo de la religión cristiana. Con motivo de esta influencia toda la familia se hizo cristiana. Lucía se aprendió el catecismo de memoria con sus solos nueve años, y fue bautizada por un sacerdote recién llegado a Corea. A los 14 años Lucía decidió guardar su virginidad y consagrarla al Señor. Al morir su madre se encontró en la mayor pobreza, y aunque la ayudaban personas caritativas, conoció bien lo que es el hambre. Una vez que llevaba varios días sin alimentos la visitó su hermana mayor y se extrañó que no hubiera vendido cosas de la casa para poder comer. Ella respondió que dejaba la venta de las cosas para cuando hubiera de comprar zapatos porque la policía venía por ella. Significó con ello que estaba a la espera del martirio. Una cuñada suya la visitó y ella le regaló una cuchara diciendo que ya le quedaba poco tiempo para poder usarla y le aconsejó que si la arrestaban a ella no perdiera la oportunidad del martirio. Estaba en la casa de Teresa Yi Mae-im hablando sobre la persecución religiosa cuando decidió con las otras compañeras presentarse espontáneamente a los soldados. Siguió su arresto, prisión, torturas, juicio y muerte por decapitación.

Rosa Kim era natural de Seúl, donde había nacido el año 1784 en el seno de una familia pagana. En su juventud contrajo matrimonio pero posteriormente se separó su marido de ella. Entonces se fue a vivir con una pariente suya que era católica y por ahí vino a conocer el cristianismo. A pesar de ser ya mayor se dedicó con gran esfuerzo a aprenderse la doctrina cristiana. Inteligente y comunicativa, no sólo ella se hizo cristiana sino que era feliz comunicando su fe a otros. Vivía cristianamente y cuando tenía oportunidad recibía los sacramentos. Los demás católicos la consideraban una cristiana modelo. Arrestada el 16 de enero de 1838, pasó por varias cárceles y mostró siempre gran firmeza y serenidad. Al comparecer ante el juez, vio que estaban allí preparados los instrumentos de tortura. Se los señaló el juez pero ella señaló que nunca se separaría de Dios y que le tenía ofrecida su vida. Torturada y luego sentenciada a muerte, la ejecución se retrasó hasta el citado 20 de julio de 1839.

Ana Kim Chang-Gum había nacido en Seúl en una familia católica el año 1789. Educada cristianamente, desde joven se adhirió de todo corazón a los principios del cristianismo. Tenía espléndidas dotes naturales de inteligencia y habilidad. Llegada a la edad nupcial contrajo matrimonio, pero su esposo murió al poco tiempo. Se dedicó entonces al cuidado de su madre, y tuvo el consuelo de que llegara un sacerdote y le administrara a la anciana el sacramento de los enfermos. Tuvo como vecino a San Juan Bautista Yi Kwang-nyol que estaba destinado por Dios a compartir el martirio con su cristiana vecina. Ambos se conocieron y se animaron a vivir cristianamente, y juntos pusieron un pequeño negocio del que sacaban su sustento. Ambos fueron arrestados el 8 de abril de 1839 con María Kwi-im. Interrogada Ana confesó abiertamente su fe y se negó a apostatar como enseguida se le exigió bajo amenazas. Posteriormente sería torturada, sometida a juicio y condenada a muerte. Detenida en la cárcel, pasó hambre, sed, enfermedad y malos tratos hasta que llegó el día de su ejecución.

Maria Won Kwi-Im había nacido en Yongmo Ri, Koyang Kun, provincia de Kyonggi, el año 1818. Muy niña perdió a su madre y estuvo algún tiempo con su padre, pero se la llevó su tía Lucía Won, que era cristiana y preparó a la niña para el bautismo, que recibió a los quince años de edad tomando el nombre de María. Se le ofreció un matrimonio pero ella decidió permanecer virgen y ofrecerse al Señor, por lo que vestía como las mujeres casadas. Cuando en la noche del 8 de abril de 1839 la policía rodeó la casa de su tía Lucía, intentó María huir pero se topó con un conocido que la entregó a la policía. Muy impactada por el arresto, se serenó luego y aceptó la voluntad de Dios, confesó la fe en el interrogatorio y se negó a apostatar. No lo consiguieron tampoco las torturas. Se mantuvo firme en el juicio y en los malos tratos de la cárcel hasta que fue decapitada en la fecha señalada.

Juan Bautista Yi Kwang-Nÿol nació el año 1795 en Kwangju, provincia de Kyonggi, y era hermano del también mártir San Agustín Yi Kwang-hon. Pertenecía a una familia aristocrática. Había oído ya hablar del cristianismo cuando su hermano Agustín, tras su conversión, le invitó expresamente a hacerse católico y él estuvo de acuerdo, pese a ser ya entonces una religión prohibida en el reino. Comenzó a vivir con intensidad su nueva fe. Se hizo cargo de su madre y vivió con ella cerca de la casa de Agustín. Su pobreza le impidió casarse. Los cristianos lo incluyeron varias veces en el grupo que fue a Pekín para pedir misioneros a Corea, y fue en uno de estos viajes cuando recibió el bautismo y tomó el nombre de Juan Bautista. Decidió entonces no contraer matrimonio nunca para estar libre al servicio de la Iglesia. Vivía con gran espíritu ascético. La Iglesia utilizó sus servicios como catequista. Se incrementó la persecución y el 8 de abril de 1839 fue arrestado junto con su anciana madre. Presenció el interrogatorio y maltrato infligido a su hermano Agustín, arrestado también ese día, e invitado a apostatar se negó firmemente. Llevado a juicio y torturado, permaneció firme. Condenado a muerte, no se le ejecutó junto con su hermano porque una ley prohibía ejecutar a dos hermanos al mismo tiempo. Por ello fue dejado para otra fecha, que fue finalmente el 20 de julio de 1839.